Amor, por encima de TODO



domingo, 29 de noviembre de 2009

Pensé

Envejecí




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harías.



El


AMOR

se

EXPRESA
!

Frasecita II

Què gentil es el presente cuando interviene con propuestas para dejar atràs el pasado que me atormenta...










Capítulo 2: Ella

No había razón alguna para que aquella dama a la que Dios había provisto de exquisita belleza conociera mi nombre. Mi reacción fue casi simultánea, la seguí en silencio sin detenerme a pensar que ocurriría más tarde, si es que algo ocurriría. Mientras tanto mi mente se enfocaba solo en su rostro, ahora que había logrado salir de mi ensimismamiento; ese rostro, me resultaba vagamente familiar. Lo dejé pasar. -No es lo que realmente importa ahora, tendré tiempo de pensar en ello luego- me dije a mi mismo.
El apartamento curiosamente no me sorprendió, quizás ya imaginaba lo que encontraría al traspasar la puerta. La sala de estar tan poco amoblada pero estéticamente perfecta, que si hubiese estado expuesta en algún concurso para aficionados no habría ganado por el metódico estilo profesional que sólo se adquiere con años de experiencia.
Fuera el viento rugía con el eco de hojas secas que lo seguían de cerca, las grises nubes no habían despejado el escenario; me di cuenta de que el otoño no deseaba pasar inadvertido y lo había logrado. Probablemente el clima permanecería en la ciudad por más tiempo del que se había pronosticado.
-¿Café?- Inquirió sin mirarme.
-Creo que no debería.- Respondí aún en el umbral.
-Será mejor que entres, no me apetece que los vecinos inventen historias para alimentar conversaciones ilusas.- Me sugirió con voz tranquila.
Entré y cerré la puerta detrás de mi en silencio.
-No quiero mojar el parqué- Me excusé pensando a dónde me llevaría todo esto.
-Oh, no te preocupes. Siéntate y ponte cómodo.- Me invitó amablemente desde la cocina.
Hice lo que me indicó pensando en las posibles variantes que podría incluir la invitación "ponte cómodo". Recorrí con la vista la habitación deteniéndome en una pintura abstracta en la que con algo de imaginación podrían descubrirse figuras algo fantasmales.
Pensando en la manera más adecuada de formular la pregunta, recordé que ella no había reparado en eso cuando me llamó directamente por mi nombre, sin siquiera inmutarse.
-Oye, ¿Y como es su nombre, bella desconocida?- Le pregunté intentando que mi voz le llegara lo más natural posible.
Antes de responderme, apareció por el marco de la puerta sonriendo.
-Anne-Lise, pero dime Anne.- Respondió. -Siento mucho no haberme presentado antes.- Bajó la vista algo avergonzada.
-Oh.. Es un hermoso nombre.- Me di cuenta de que mi respuesta había cambiado de acuerdo a como la iba formulando. Mi memoria no archivaba a ninguna joven que llevara el mismo nombre. ¿La había confundido? Es posible. Soy humano.
-Aguarda un momento. Voy a ponerme algo de ropa seca. Y traeré unas toallas para ti.- Desapareció por un largo pasillo sin darme tiempo a replicar, ni a nada; ya que regresó nuevamente vestida con un sencillo pijama de invierno y un par de toallas que dejó en mis brazos.
-Siento mucho no tener ropa para que te pongas, dudo que te quede alguna de mis prendas.. No es que no estés en forma, claro.- Aclaró- De todos modos sería algo raro tener ropa masculina viviendo sola.- Agregó sonriendo.
-No era necesario, muchas gracias.- Busqué argumentos que no encontré. Por lo que intenté llevar una conversación "normal". ¿Qué es normal? Mierda. Pensé.
¿Trabajas? mmm no era la pregunta adecuada a la situación. Vamos de nuevo Christopher. Me dije.
-¿Qué haces en tu tiempo libre?- le pregunté tiempo después mientras bebíamos el café que ella había preparado.
Comenzó por contarme de su fascinación por las artes como pintura, cine, fotografía, actuación, música; intercalando anécdotas a la conversación con detalles que sólo una mente precisa podría conservar. Expectante, descubrí que era la persona más interesante que conocería jamás.

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